Cerca de 10,000 vehículos han sido convertidos a gas natural vehicular (GNV), de los cuales un 45% corresponden a taxis y 15% al transporte de pasajeros, mientras que el resto se reparte entre vehículos de la administración federal y transporte de carga.
 
De acuerdo con AltFuels México también ha crecido el uso de vehículos híbridos y eléctricos, ya que en 2017 se comercializaron 878 de las primeras y 31 unidades eléctricas.
 
La conversión de un vehículo de cuatro cilindros a GNV representa un ahorro cercano a 6,000 mil pesos mensuales para un usuario de alto consumo, como un taxi; al emitir menos contaminantes, en la Ciudad de México representa obtener el holograma 0, gracias al programa de combustible alterno para vehículos de uso exhaustivo y de esta forma puede circular todos los días.
 
Teóricamente se puede convertir cualquier motor de gasolina a gas, aunque la Secretaría del Medio Ambiente dispone de una lista de vehículos homologados para dicha conversión. En el proceso se hacen adaptaciones al motor, por lo que se realiza en talleres especializados y no requiere mantenimientos o costo adicionales. La adaptación y la conversión se realiza en hasta cuatro días y consiste en: diagnóstico, configuración, instalación, calibración.
 
Dicho proceso puede tener un sistema dual, esto quiere decir que el conductor podrá elegir entre el uso de gasolina o de GNV para alimentar de combustible a su vehículo, mediante una válvula selectora, para el caso de viajes largos o situaciones en las que no sea posible llegar a una estación de servicio. Los cilindros que se instalan en la cajuela del coche resisten altas presiones y están fabricados de fibra de carbono, lo que garantiza su alta resistencia a impactos.
 
A diferencia de otras tecnologías, en la conversión a GNV se instala un chip para monitorear el estado del vehículo y asegurar que cumple con la normatividad vigente. Éste debe contar cada año con un dictamen aprobatorio que lo certifique como una unidad segura, de lo contrario no se le surtirá el combustible.