La movilidad tiene que cambiar

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La adopción de nuevas tecnologías y un enfoque en el cuidado y la seguridad de los usuarios son las premisas que requiere la movilidad de pasajeros y de mercancías en la era de post contingencia. Las disposiciones que ahora se habilitan a causa de la pandemia de COVID-19 “no son cambios pasajeros y es un llamado a cambiar la movilidad”.

En el webinar de Tecnología y plataformas en la nueva movilidad organizado por la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM), los participantes concluyeron que, con la incorporación de plataformas de datos, algunos medios de transporte de pasajeros, como las vanes de Bussi, ya han avanzado en acortar los tiempos de espera; realizar el pago sin contacto y en recibir retroalimentación de los servicios.

Lo ideal será que sean sistemas o plataformas flexibles para todo tipo de flotas y esquemas operativos, señaló Ricardo Martínez, CEO de Bussi.

En tanto, las empresas de transporte de mercancías tienen la oportunidad de emprender una transformación a fondo y hacer evolucionar una flota cercana a los 500 mil vehículos a diesel que circulan en el área metropolitana para dar paso a la electromovilidad en las entregas de última milla.

Jorge Suárez, gerente senior de movilidad eléctrica de ENGIE, consideró que ya se ven avances en la electrificación en el sector de camiones de reparto, en especial, de alimentos y bebidas. “El cambio tiene sentido por responsabilidad corporativa y también por cuestión económica ya que un vehículo de una tonelada gastaría al mes cerca de 8 mil 500 pesos en diesel, en electricidad gastaría menos de 2 mil pesos”.

El otro segmento es el de taxis, cuyo cambio es un poco más difícil ya que requiere incentivos; es un mercado que ha perdido terreno por la poca adopción de tecnología. También la electrificación es conveniente en este segmento, ya que un taxista gasta al mes, en promedio, 11 mil 300 pesos en gasolina y en electricidad con un servicio de ENGIE de derecho de uso de las estaciones de recarga, el costo mensual sería de menos de la mitad.

En el caso de transporte público tiene mucho potencial, pues tiene trayectorias predeterminadas, lo cual simplifica las inversiones en infraestructura y recarga pues se amortizan gastos entre las unidades de una flota grande. Un bus de 12 metros gasta cerca de 70 mil pesos al mes en diesel; en electricidad con tarifa de mayoreo serían cerca de 16 mil pesos.

Suárez Velandia aclaró que para llegar a esa situación primero hay que construir infraestructura; una para buses requiere más de 50 kW de corriente directa, lo cual requiere una inversión aproximada de 60 mil dólares.

Actualmente ENGIE desarrolla un minibús eléctrico con el Instituto de Ingeniería de la UNAM. Para el sector de minibuses el cambio también sería importante ya que en combustible gastan alrededor de 20 mil pesos al mes y pasarían a 6 mil 500 pesos en electricidad.

Los ponentes expusieron que como un efecto de la pandemia se ha visto que el transporte público no puede ser tan dependiente de las tarifas ni de los subsidios.

Las empresas tienen que especializarse más, modificar su gobernanza para ser competitivos porque la competencia ya no es de otro transportista, sino de jugadores digitales. Debe haber una transformación empresarial, incluso de la industria automotriz para incorporarse en la cadena de suministro de la electromovilidad.

 

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